Un bolillo para el sustoSan Luis Potosí es un lugar mágico? Con sus callecitas y su encanto particular.
Fue justo ahí en una callecita llena de flores y un poco escondida, en donde ocurrió la magia...
Ya era un día especial en sí, los cumpleaños son como gotitas que caen cada 365 días, se disfrutan porque sabemos que solo ocurren una vez al año.
Aquel día, la caminata en buena compañía familiar, había estado salpicada de risas, fotografías y comida deliciosa, todo había sido perfecto, eran casi las 6:30 p.m. y Rubby estaba en el hotel con su familia...
-¿A dónde iremos a cenar? -preguntó Rubby.
-¿Cenar? ¿tienes hambre? Yo todavía me siento satisfecho de la comida que dimos hoy- dijo su padre.
-Yo tampoco siento apetito- dijo su madre.
-Bueno, por lo menos vayamos a caminar un poco más, a conocer la plaza y tomar algún cafecito por ahí.
-Ve tú hija, nosotros estamos exhaustos, sólo cuídate mucho por favor y no regreses tarde.
-Pero... ¿Yo sola? ¡qué aburrido!
-Anda sal un rato y sirve que buscas una farmacia y me traes unas aspirinas, que siento que me resfrié, no hay prisa, pero quiero tenerlas por si el malestar aumenta durante la noche.
-Bueno- dijo Rubby sonriendo, se puso un poco de perfume, labial, sonrió coqueta frente al espejo, tomó su bolsa y salió a caminar.
El ambiente estaba tan agradable, era un verano fresco y la tarde caía en rayitos anaranjados, que combinaban a la perfección con los colores de las frutas del mercadito, las flores frescas que vendían en cada esquina y las fonditas con manteles de colores y a cuadros, de donde salían de forma casi misteriosa, deliciosos olores a café, chocolate caliente y pan recién horneado.
Rubby se paró en un puestecito, preguntó por unas flores y continuó su camino sin comprar alguna; más adelante se detuvo en una farmacia muy pintoresca a comprar las aspirinas. Al salir, mientras contaba la feria que le habían dado, se acercó un muchachito de no más de 10 años, y le entregó un ramito de flores, justo por el que había preguntado.
-Tenga, ¡es para usted!
-¡Qué lindo!, pero no, yo creo que te equivocaste no son para mí.
-Sí, sí son. Un señor me dijo que le trajera el ramito.
-¿Un señor?
-Sí
-¿Qué señor?¿dónde está? -preguntó Rubby con extrañeza y bastante desconfianza
-No sé, estaba por ahí, le compró el ramito a mi amá, y me pidió que se lo trajera a usted, y aquí estoy cumpliendo el encargo; por cierto, me dio muy buena propina.
-Pero, yo no puedo aceptar el regalo de un desconocido.
-Tómelas señito, que si no capaz que me quita la propina...
-¿Cómo? ¿Él está aquí? ¿Nos está viendo o qué?, niño no me pongas nerviosa, quién es ese tal señor. Por favor dime quién es, o no tomaré las flores.
-No me haga eso señito, es que él no quiere que usted lo vea.
-Mira niño, ya me pusiste nerviosa, no sé quién es él, así que perdóname, pero no puedo recibir las flores -un dejo de angustia se dibujó en el rostro de
Rubby- ya me tengo que ir, dile a Don Señor, que me perdone que no voy a recibir las flores de un desconocido y que no sea malo, que digo yo que no te quite la propina. A mí esto ya no me está gustando y voy a poner pies en polvorosa.
En ese momento, Rubby sintió una presencia muy cercana por atrás de ella, y antes de poder reaccionar escuchó una voz que le dijo de forma profunda y relativamente cerca de su oído...
-¿No las vas a recibir ni aunque sean de mi parte?- Rubby se asustó al escuchar un hombre tan cerca, y sin pensarlo dos veces, haciendo uso de toda su fuerza y usando su bolsa como arma mortal, en fracciones de segundo giró sobre su eje y su bolsa tomó impulso para propinar un tremendo golpe al susodicho, mientras esto pasaba, la mente hizo clic con la voz que escuchó, a ciencia cierta y hoy por hoy, no se sabe si fue la mente o el corazón el que hizo clic, mientras la bolsa tomaba una fuerza centrífuga incipiente, y el chiquillo gritaba -¡Es él señito!, ¡es él es quien le manda las flores! ¡no lo golpee!
El caballero de ágiles reflejos, alcanzó a esquivar parte del golpe cuasi mortal que Rubby le propinó, pero no la libró del todo, mientras éste ponía cara de sorprendido, Rubby aún más sorprendida se ponía de un rojo subido y el niño se atacaba de la risa.
-Nooo- gritó ella, -¡¡Fernandooo, eres tú!! ¿por qué me haces esto?- le decía ella con una sonrisa más grande que el sol, él sólo se encogía de hombros y los tres empezaron a carcajear de lo que acababa de ocurrir.
-Señito, entonces ¿sí me va a recibir las flores?
-Sí, claro que sí, ¡ay Fer qué pena!- dijo Rubby, mientras con la bolsa se cubría la cara por la vergüenza y con la otra tomaba el ramito de flores de gardenia.
-Señorita Rubby, discupe el susto que le acabo de dar, no fue mi intención... -Dijo Fernando en un tono ceremonioso, con su habitual sonrisa y en un tomo simpático.
-¡Fernado Colunga!, ¡casi se me va el alma al piso, del susto!
-Yo tengo un remedio muy bueno para los sustos
-Ah sí, ¿cuál? ¿el bolillo? -dijo ella entre risas nerviosas- Porque en este momento estoy a poco de que me dé un colapso de verte aquí frente a mí ¡Me urge el remedio! ¿Cuál es?
-Mmhhh..., pues... -decía él entre pícaro, coqueto y tierno- dicen que mis abrazos quitan los sustos
-Sr. Colunga, si usted no quiere ser responsable de una muerte por susto con doble salto mortal, creo que necesitará darme su remedio infalible, total, si muero del susto, que sea en sus brazos, que ya no puedo más-
-Él la abrazó con fuerza, un abrazo cariñoso, protector, lleno de ternura, ella lo abrazó también, pero poco a poco él sintió como el abrazo de ella se debilitó y sin pensarlo, ella se desvaneció en sus brazos. Se desmayó.
-¡No puede ser!, ¡Rubby! ¿estás bien?- él la cargó y la llevó dentro de la farmacia que estaba solo a unos pasos.
-¡Rubby! ¡por favor responde!, ¿me puedes escuchar? ¿estás bien? -Decía Fernando mientras Rubby, lentamente fue abriendo los ojos, al abrirlos sólo veía el rostro de él muy cerca del suyo, el sostenía un frasquito con sales reanimantes.
-Sí, sí estoy bien... Confírmenme que ya llegué al cielo- dijo ella con la voz aún frágil.
-¿Cómo?-dijo él preocupado y volteando a ver a la encargada de la farmacia, le dijo -¡Está delirando!, ¡hay que hablar a una ambulancia!
-¡No, no, no!, ¡qué ambulancia ni qué ocho cuartos!, ahora que estoy en el cielo, de aquí no me mueve nadie, sólo tú FER y poco a poco, ella se fue recuperando y él la ayudó a ponerse en pie.
-Rubby, te voy a llevar a tu hotel, o si lo prefieres te llevo al hospital, porque creo que el susto te afectó demasiado.
-No, no, no, créeme, estoy bien, con otro abrazo tuyo estoy segura que vuelvo completamente a la vida- dijo ella entre débil y coqueta.
Él la abrazó con ternura, pero con fuerza a la vez, su pecho fuerte olía a hombre, delicioso, demasiado sexy, demasiada testosterona para un solo hombre
(¡Santa Petra!, me va a dar algoooo: MODO FUEGO: ON al 1000%)-Por favor, permíteme acompañarte a tu hotel, necesito que descanses y te recuperes.
-No, ya estoy al 100%
-¿Segura?
-¡Nunca estuve más segura en mi vida!
-Entonces, te invito a tomar algo, así me cercioro de que te recuperaste totalmente.
-Bueno, me va a encantar.
Él tomó la mano de ella y la acomodó en el antebrazo de él, fuerte y masculinamente velludo
(comentario al margen ¡qué ricoooo!, lo imagino, lo escribo y arggggggg gruñido de tigresa) Se sentaron en una fondita pequeñita, que por la hora ya tenía encendidas las velas y, por las ventanas antiguas que tenía, se veía un jardín amplio y precioso.
-Vaya que eres buena en eso de las artes marciales, ¿en dónde aprendiste mi niña? -preguntó él mientras se reía y ella lo secundaba.
-Buenas noches, ¿qué van a pedir?
-Rubby, ¿qué quieres tomar?
-Una limonada
-¿Algo más?
-Si te parece, al ratito pedimos algo de cenar
-Bien, entonces que sea una limonada, una cerveza y un bolillo grande para el susto- dijo él mientras le guiñaba el ojo a Rubby, entre pícaro y coqueto.
Fue un anochecer tan ameno, entre risas, pláticas, anécdotas, ella estaba en un sueño y él no parecía estar tan lejos, se le veía feliz y relajado.
-No te he dicho algo, Fer
-¿Qué es mi niña?
-Hoy me has dado el mejor regalo de cumpleaños.
-¿Cumples años hoy?
-Sí- le dijo ella con un guiño dulce
-¡Felicidades! Y eso ameritó otro abrazo de arráncame la vida y con ganas de que no fuera solo la vida
(¡¡¡argggggghhhh!!!)
-¿Me permites en momento? Voy a hacer una llamada.
-Claro, adelante- dijo ella.
Después de un par de minutos, él regresó a la mesa y apenas se acomodó en su silla. Llegaron las personas del restaurante con un pastelito y una vela encendida, tras de ellos venía un trío, y después de las mañanitas, entonaron con tanto sentimiento la canción de ?Hermoso cariño?, mientras él no despegaba sus ojos de los suyos, y ella estaba más que nerviosa con la mirada y la letra de la canción.
Todo era tan perfecto, que parecía más un sueño que una dulce realidad..., pero la realidad nos toca al hombro y entonces sonó el teléfono, eran los papás de ella, preocupados porque no había llegado.
-Sí, sí, voy para allá- dijo ella.
Él pidió la cuenta al notar la premura.
-¡Ha sido una noche increíble, Fer!, ¡el mejor cumpleaños de toda mi vida! Pero... Me tengo que ir.
-No señorita, no se puede ir sola, yo la voy a acompañar, cómo cree que voy a permitir que se vaya sola y le pase algo, si estoy yo aquí para protegerla
(Fernando Colunga, me vas a matar de tanto así tan así).Ella no podía creer lo que estaba pasando.
El camino estaba iluminado por la luna, decorado por las bugambilias de colores que colgaban de las bardas y el olor a jazmines y nardos nocturnos...
Caminaban muy despacio, como si ambos desearan que el camino se hiciera eterno... Una cuadra antes del hotel, él se detuvo. Te voy a dar un abrazo de despedida, porque sé que afuera del hotel no podremos hacerlo, tal vez.
Ella asintió tímidamente.
Ese abrazo fue más especial que todos los demás, fue largo, sentido, casi podían sentir mutuamente los latidos del corazón vecino, aquel abrazo comunicaba ternura, pasión infinita, sed de amor y así, sin pedirlo, sin pensarlo, sin que tal vez ambos supieran el camino que estaban trazando, se besaron una y otra vez, y otra vez, y otra vez, como si una fuerza invisible de atracción los mantuviera sin poder despegarse, ambos sentían un fuego que se encendía sin permiso de nadie, sólo con la autorización de la madre naturaleza, que los hizo hombre y mujer...
-Ring, ring, ring- Volvió a sonar el celular de ella, era la señal inequívoca de que el tiempo estaba por terminar. Un último beso más profundo aún que los anteriores, un adiós y un intercambio de Whatsapps, la historia estaba comenzando...
#felizcumpleañosRubby
#disfrutatudía
#yotambienquieroesebolilloparaelsustoayyyyy
#ModoFuego:ON
#FrenchKiss
#FERhicistequelaplumareviviera
#4FCxEver
Publicado por Lorena de Colunga
Publicado el 19/08/2024 06:54 - Total Temas: 194 - Total Mensajes: 4195